Fiesta del juego, la palabra y la inocencia

El vestíbulo de la Estació del Nord acoge el premio Tísner de creación de juegos en catalán, dirigido a alumnos de quinto y sexto de primaria de todo el país. Es domingo por la mañana y el sol no saldrá en toda la mañana, pero parece ser que la ilusión, antes de los trece años, no se deja intimidar por los días grises. La Plataforma per la Llengua organiza por segunda vez este certamen de activismo lingüístico, que pretende impulsar la normalización del catalán en los juguetes —su uso en el sector es todavía una clara asignatura pendiente, con una presencia inferior al 10%— y hacer que los niños pasaran un buen rato jugando con el idioma. Los preparativos anticipan un acto de muchos quilates: escenario bien decorado con una imponente batalla al fondo, los juegos expuestos de forma impecable y el personal de la Plataforma vigilando al milímetro todos los detalles (sonido, colocación de las cámaras de televisión, acceso de los niños por una puerta distinta al resto…).

A tres cuartos de hora del comienzo del acto, solo los autorizados por la organización pueden estar en el interior del vestíbulo. Fuera, en la calle los protagonistas:

Dos niños se hacen un selfie con el palo de la ‘Gopro’ en el ‘photocall’ instalado para la ocasión. Me acerco a ellos y me comentan que son de Reus, del colegio Rosa Sensat y que se presentan al Tísner con su ‘Parchís Vertebrado’. “Y qué, ¿ganaréis?”, replico. “Por supuesto”, responden a la vez. Miro de reojo la lista de ganadores que me han dado, veo que no aparecen y les anticipo de forma sutil “el enorme nivel del concurso de este año y la cantidad de escuelas participantes. Al lado del ‘photocall’, la Plataforma per la Llengua reparte publicidad y vende camisetas. Una madre le recrimina a su hija que se lleve tantos panfletos. “¡Son gratis mama!”.

Entro dentro y contemplo — dado que hay bastantes carteles de “prohibido tocar” — las creaciones de las treinta y ocho escuelas participantes. La originalidad y la calidad plástica son bastante generales pero centro la atención en “Lo parlar del Delta de l’Ebre” (Hablar del Delta del Ebro), un juego para entender las particularidades del vocabulario ebrenc, y en “Fugida de Mart” (Huida de Marte). Incluso, la vorágine política actual que vive el país ha llegado a las aulas de primaria, el colegio El Rodonell de Corçà (Baix Empordà) presentó “El Parlament”, una especie de trivial sobre aspectos culturales, sociopolíticos y lingüísticos de Catalunya. Me acerco al juego, primera pregunta: ¿Cuántas comunidades autónomas tiene Catalunya? A) 25; b) 36; c) 47. Hará falta repensar la lección, profesores incluidos. Hace rato que se han abierto las puertas, los asistentes pasean, ojean los proyectos presentados y, en algunos, viendo el nivel, sacan sus primeras conclusiones: “No nos comemos un rosco hoy”, le comenta una mujer a su pareja.

En pocos minutos, el actor Roger de Gracia conducirá el espectáculo encima del escenario, la mayoría de escuelas ya han llegado. Conozco el veredicto del jurado, formado por el lingüista Màrius Serra, el periodista Salvador Alsius, el experto en juegos Oriol Comas, el editor Joaquim Dorca y la representante de la ejecutiva en el ámbito de juegos y juguetes de la Plataforma per la Llengua, Isabel Romano, de forma que me acerco a los ganadores: la escuela Projecte de Barcelona, con “Fugida de Mart” (Huida de Marte) — primer premio; la escuela Antón Busquets, de Calders (Moianès), con “On són les paraules” (¿Dónde están las palabras) — segundo premio; y el colegio Francesc Cambó, de Verges (Baix Empordà) con su “Paraules boges” (Palabras locas) — tercer premio.

Los alumnos de la Francec Cambó son los más madrugadores, pese a las dos horas de camino ya están a punto, impacientes y luciendo la camiseta amarilla de la Plataforma per la Llengua con el lema “Juguem en Català” (Jugamos en catalán). Los saludo y al cabo de un rato les comento que soy periodista. “¿Me grabarás? ¿Saldremos por TV3? Quiero salir por la tele…”, me contesta una de ellos inmediatamente. Supongo que lo convenzo al hacerle ver que no tengo ninguna cámara y, por lo tanto, no puedo satisfacer sus deseos mediáticos. “¿Quién es el actor?”, es la siguiente pregunta, refiriéndose, intuyo, a Roger de Gràcia. A continuación, sus compañeros me rodean y me explican que el “Paraules Boges” surgió después de un proceso de creación “fusionado” entre toda la clase y “muy divertido”.

 “Participamos en el concurso porque la profesora ya nos había apuntado”, reconoce con una sinceridad transparente uno de los integrantes del colegio Antón Busquets i Punset. “¿Y quién se inventó el juego?”, pregunto. “La profesora”, contesta un despistado que no ha oído bien la pregunta. “¡NOOO!” se apresura a desmentir el resto al unísono. “Hicimos cuatro grupos y votamos el juego que nos gustaba más. No sé si ganaremos, pero como mínimo veremos a Cesk Freixas”.

Por último, la escuela Projecte, revalida el premio del año anterior. “Fugida a Mart” es su juego, me hablan de héroes con habilidades especiales que deben desafiar a los monstruos de Marte con la lengua catalana. ¿Cómo? Construyendo frases de tantas palabras como haga falta. Por ejemplo, si son siete palabras y la frase tiene sentido y concordancia, se acaba con un monstruo de nivel siete. Eric es el ideólogo, pese a que su idea inicial concebía “Fugida a Mart” como un juego de tablero, no de cartas como acabó siendo. Qué más da, sorprendentemente tienen claro que las cartas son garantía de victoria: “Solo hemos visto dos o tres juegos de cartas, seguro que nos va bien”. Por inquietante que parezca su lógica, se llevaran el primer premio, que incluye una salida al Delta de l’Ebre para practicar juegos de aventura. Antes de irme, me preguntan: “¿Eres el juez?”.

Pese a empezar frío, a causa de un guion inicial excesivamente denso e institucional, la entrega de premios coge ritmo a medida que se acerca el momento de conocer a los ganadores. El espectáculo es de calidad televisiva, con un escenario concebido como plató, unos contenidos audiovisuales incorporados harmónicamente al show del doctor Möt i Roger de Gràcia y una audiencia bien atenta a todo lo que pasa.

El presentador propone al público que acierten que significa la palabra ebrenca “lo sofratge”:

a) Sofrito.

b) Queso.

c) Cotilleo.

d)Hueso / Oso.

Ninguna de las anteriores, “es la parte posterior de la pierna, opuesta a la rodilla”.

Indico a Adrià, el fotógrafo de Verbàlia, dónde están los tres vencedores del segundo premio Tísner de creación de juegos. Sin que se note mucho, se acerca a ellos y retrata sus reacciones previas al éxtasis: rezar — o como mínimo hacer el gesto —; cruzar los dedos, resoplar. Hace falta reconocer que este spoiler de saber quién ganará hace más interesante la entrega. Se reparte la suerte y la mayoría de los quinientos asistentes a la gala se van, que no deja de ser domingo al mediodía y hay hambre, y el concierto de Cesk Freixas solo lo gozamos algunos.

 

Es hora de hacer balance y la representante de la ejecutiva del ámbito de juegos y juguetes de la Plataforma per la Llengua, Isabel Romano, está satisfecha porque se ha pasado de trece a treinta y ocho participantes y nos detalla un poco más el objetivo de los Tísner: “Es una herramienta, creemos que en la escuela se vincula demasiado el catalán con la oficialidad y, por lo tanto, el aburrimiento. En cambio, el castellano sí que tiene asociado componentes de ocio (películas, teatro y televisión...) y queremos romper con esto”. También es motivo de satisfacción entre la organización el gran repartimiento de los premios entre los diferentes territorios de habla catalana, circunstancia inesperada por el jurado, que valoró los proyectos de forma anónima.  

Texto: Nacho González.

Fotos: Adrià Calvo.

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